Hoy vamos a hablar sobre la operación de cáncer de próstata, ¿es siempre necesaria?
No siempre es necesario operar el cáncer de próstata. Se ha comprobado que
muchos tumores de próstata tienen una evolución muy lenta o incluso no van a llegar
nunca a dar la cara si los dejamos sin tratar, por lo que sería planteable ofrecer a estos
pacientes lo que se denomina “vigilancia activa”.
La “vigilancia activa” consiste en realizar un seguimiento periódico del paciente
diagnosticado de cáncer de próstata, cada 3-4 meses, valorando fundamentalmente la
evolución del PSA. En caso de progresión del cáncer, el paciente deberá abandonar la
vigilancia activa y se le propondrá un tratamiento que erradique completamente su
cáncer, ya sea cirugía (prostatectomía radical) o radioterapia. Tanto la prostatectomía
radical como la radioterapia tienen importantes complicaciones y efectos secundarios,
por lo que es fundamental ofrecer estas alternativas solamente en caso de ser
estrictamente necesario.
La decisión de proceder con la cirugía o adoptar una actitud
de vigilancia activa depende de varios factores:
- Estadio del cáncer: Normalmente, solo se ofrecerá la opción quirúrgica en
caso de tumores localizados, limitados a la próstata. Los tumores localmente
avanzados (que se han extendido por fuera de la próstata) o los tumores
metastásicos (que se han extendido a otras partes del cuerpo), no deberían ser
tratados con cirugía. Tampoco serán candidatos a vigilancia activa estos
pacientes con tumores más avanzados. - Grado y agresividad del cáncer determinado por la Puntuación de
Gleason: Esta puntuación evalúa la agresividad del cáncer basado en la
apariencia microscópica de las células cancerosas. Los valores van de 6
(menos agresivo) a 10 (más agresivo). Los tumores con puntuación baja (6 ó 7)
podrían ser susceptibles de una vigilancia activa. - Niveles de PSA (Antígeno Prostático Específico): Niveles elevados de PSA
pueden indicar que el cáncer es más agresivo o el tumor está más extendido.
Si los valores de PSA son elevados, normalmente no será posible la opción de
la vigilancia activa. - Edad y salud general del paciente:
o Esperanza de vida: Pacientes mayores con otras condiciones de salud
graves pueden beneficiarse más de la vigilancia activa.
o Comorbilidades: Otras enfermedades pueden influir en la decisión. - Preferencias y calidad de vida del paciente: Informaremos detalladamente al
paciente de todas estas cuestiones: opciones; efectos secundarios de la cirugía
o la radioterapia; necesidad de un control periódico; etc.
Las pruebas y evaluaciones que se deben solicitar a un paciente para definir la
actitud terapéutica y valorar la posibilidad de realizar una vigilancia activa de su tumor
incluyen:
- Biopsia de próstata: Que nos va a determinar el grado de Geason del cáncer
además de otros posibles factores pronósticos como: porcentaje de afectación
de la próstata; infiltración vascular, linfática o nervisosa; infiltración de la
cápsula prostática; etc. - Resonancia Magnética Multiparamétrica (mpMRI): Proporciona imágenes
detalladas de la próstata para evaluar la extensión del cáncer. - Tomografía por Emisión de Positrones (PET): Puede ser útil en ciertos casos
para detectar cánceres avanzados con metástasis - Pruebas genéticas y moleculares (Decipher®, Oncotype DX® Prostate, y
Prolaris®): Son pruebas que analizan la expresión genética del tumor para
predecir el comportamiento del cáncer y ayudar a guiar las decisiones de
tratamiento. Pueden ser muy útiles para decidir adoptar una vigilancia activa o
descartarla y optar por otras alternativas. Normalmente combinan datos
clínicos; de la anatomía patológica y analítica de sangre. - Evaluación de la velocidad del PSA: La rapidez con la que aumenta el PSA
con el tiempo. Cuanto mayor sea la velocidad de duplicación del PSA, más
agresivo es el tumor, haciendo necesario un tratamiento más agresivo.
Como conclusión, podemos decir que la decisión de operar o no el cáncer de
próstata debe basarse en una evaluación cuidadosa y personalizada de múltiples
factores. Es fundamental discutir todas las opciones con el paciente para tomar una
decisión informada que equilibre los beneficios del tratamiento con los posibles efectos
secundarios y su calidad de vida.