¿Te imaginas que el tratamiento del cáncer de próstata incluyera una suscripción gratuita al gimnasio y un entrenador especializado? En Reino Unido ya es una realidad. Se trata de una iniciativa pionera que combina ejercicio físico supervisado con el tratamiento médico, reconociendo así el impacto del movimiento en la salud global de estos pacientes.
Impulsada por el ciclista olímpico Sir Chris Hoy, afectado por este problema en su entorno cercano, esta campaña busca mejorar la calidad de vida y la recuperación de los pacientes con cáncer de próstata avanzado.
¿En qué consiste esta iniciativa?
Los pacientes diagnosticados con cáncer de próstata avanzado —especialmente aquellos en tratamiento hormonal (terapia de supresión androgénica)— podrán acceder de forma gratuita durante un año a cualquier gimnasio de la cadena PureGym en Reino Unido.
Pero no se trata solo de acceso libre al gimnasio. Cada paciente contará con entrenamiento adaptado y supervisado por especialistas en ejercicio oncológico, que ajustarán las rutinas a su edad, condición física y evolución clínica.
¿Por qué el ejercicio es tan importante en estos pacientes?
El tratamiento hormonal es muy eficaz para controlar el cáncer de próstata avanzado, pero también puede provocar efectos secundarios relevantes que impactan directamente en la calidad de vida del paciente:
- Pérdida de masa muscular y fuerza física
- Fatiga crónica
- Mayor riesgo de osteoporosis y pérdida de masa ósea
- Alteraciones metabólicas, como el aumento de peso, mayor grasa visceral y resistencia a la insulina
- Empeoramiento del estado de ánimo, con riesgo de ansiedad o depresión
Frente a esto, el ejercicio físico regular, especialmente el entrenamiento combinado de fuerza y resistencia, ha demostrado:
- Reducir la fatiga
- Mejorar la composición corporal y la fuerza muscular
- Proteger la masa ósea
- Mejorar la salud cardiovascular y metabólica
- Favorecer el bienestar emocional
- Incluso, en algunos estudios, aumentar la supervivencia global
Lo innovador del modelo británico
Este programa no se limita a recomendar “hacer ejercicio”, sino que integra el movimiento como una parte formal del tratamiento. Es decir, el ejercicio se considera un complemento terapéutico estructurado, igual que la medicación o la dieta.
Además, al ofrecer entrenadores expertos en ejercicio oncológico, se garantiza que la actividad sea segura, eficaz y adaptada a las necesidades individuales de cada paciente.
¿Deberíamos aplicar esto en otros países?
Sin duda. Este enfoque representa un cambio de paradigma: pasar de tratar sólo el tumor, a cuidar de forma integral al paciente oncológico. Incluir el ejercicio físico en las guías clínicas y protocolos hospitalarios podría:
- Disminuir complicaciones y efectos secundarios
- Reducir costes sanitarios derivados de la fragilidad o el sedentarismo
- Mejorar el estado anímico y funcional de los pacientes
- Aumentar la adherencia al tratamiento
Es un modelo que merece ser replicado y adaptado a otros sistemas sanitarios, como el nuestro.


