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¿Y si tu dolor crónico pudiera medirse con un simple análisis de sangre?

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El dolor crónico es una de las condiciones más complejas y difíciles de tratar en medicina. A diferencia del dolor agudo, que aparece como respuesta directa a una lesión o enfermedad, el dolor crónico puede persistir durante meses o años, incluso después de que la causa original haya desaparecido. Esta persistencia suele deberse a un fenómeno llamado sensibilización central, en el que el sistema nervioso se vuelve excesivamente reactivo, interpretando estímulos normales como dolorosos.

¿Por qué sería útil un marcador biológico del dolor?

Imagina que existiera un análisis de sangre que pudiera decirnos con precisión si una persona está sufriendo dolor crónico, cómo de intenso es o si está respondiendo al tratamiento. Esto cambiaría por completo el enfoque diagnóstico y terapéutico. Un marcador fiable permitiría:

  • Diagnosticar de forma más objetiva, especialmente en pacientes donde no hay una lesión clara que explique el dolor.
  • Monitorizar la eficacia de los tratamientos, viendo si realmente están reduciendo la respuesta biológica del cuerpo al dolor.
  • Predecir el riesgo de cronificación del dolor tras una cirugía, un traumatismo o una enfermedad aguda.
  • Aplicar medicina personalizada, escogiendo terapias dirigidas a reducir la hiperexcitabilidad del sistema nervioso central.

El BDNF: ¿la clave para medir el dolor?

Uno de los biomarcadores que más interés ha despertado en los últimos años es el BDNF (Brain-Derived Neurotrophic Factor). Se trata de una proteína que actúa como un fertilizante para las neuronas:

  • Favorece su crecimiento y supervivencia.
  • Estimula la formación de nuevas conexiones sinápticas.
  • Participa en procesos como la memoria, el aprendizaje y el estado de ánimo.

Se ha observado que, en pacientes con dolor crónico, los niveles de BDNF en sangre (plasma y suero) están significativamente elevados, lo que podría indicar un estado de hipersensibilidad del sistema nervioso. Este aumento del BDNF parece facilitar que las señales de dolor se amplifiquen, incluso cuando ya no hay una causa lesional activa.

¿Cuál es el problema? No todo es dolor

A pesar de su potencial, el BDNF tiene una limitación importante: no es específico del dolor. También se eleva en trastornos como la depresión, el estrés crónico o enfermedades neurodegenerativas. Por eso, su uso clínico como único marcador es aún limitado.

La solución podría estar en combinarlo con otros indicadores: citocinas proinflamatorias, técnicas de neuroimagen funcional o incluso registros neurofisiológicos. De esta forma, podríamos construir un perfil más preciso y fiable del paciente con dolor crónico.

Un futuro con marcadores del dolor

Aunque el uso del BDNF como herramienta clínica todavía está en fase de investigación, abre la puerta a una medicina más objetiva, precisa y personalizada. Tener un marcador biológico del dolor permitiría validar lo que los pacientes sienten, facilitar el diagnóstico temprano y mejorar el tratamiento.

El dolor crónico dejaría de ser una experiencia subjetiva y difícil de cuantificar… para convertirse, por fin, en algo que podemos medir, seguir y tratar con mayor eficacia.

Preguntas frecuentes sobre el dolor crónico y BDNF

¿Qué es el BDNF y por qué es importante?

Es una proteína que favorece el crecimiento y la comunicación entre neuronas. Se ha relacionado con el dolor crónico por su papel en la sensibilización del sistema nervioso.

¿Ya se puede hacer esta prueba en hospitales?

No todavía. El análisis de BDNF está en fase de investigación y aún no forma parte de la práctica clínica habitual.

¿El BDNF sirve para cualquier tipo de dolor?

Se ha estudiado principalmente en dolor neuropático, fibromialgia y síndrome de dolor crónico generalizado, pero no es exclusivo de estas condiciones.

¿Qué otras enfermedades elevan el BDNF?

Depresión, ansiedad, trastornos neurodegenerativos y estrés crónico, entre otras.

¿Puede tratarse el dolor crónico con medicamentos que regulen el BDNF?

Se están investigando fármacos y terapias que modulen esta proteína, pero aún no hay tratamientos específicos disponibles.